MICHAEL NYMAN PARA LLEVAR
Hace un poco más de un año, cuando arrancamos con el proyecto de crear un espacio para hablar e investigar sobre cine,nos interesaban varias cosas.Compartir el gusto por determinado director, analizar desde una posición diferente el fenómeno cinematográfico o simplemente hacer un poco más visibles (y audibles, porqué no) a grandes genios que nos parecían injustamente ignorados.
Yo particularmente tenía otra obsesión especial en la cabeza que tiene que ver con la extraña idea de que las películas buenas suelen salirse de la pantalla y rebasar el plano eminentemente cinematográfico.Si, me refiero a aquellas que nos conmueven de tal manera que se convierten en parte de nuestra vida, de nuestros referentes, de nuestra educación sentimental y de nuestro imaginario colectivo. Esas que con sólo ver un fotograma nos traen un montón de recuerdos a la mente o aquellas que al escuchar tres acordes de su banda sonora nos ayudan a recuperar una serie de imágenes que no sólo tienen que ver con el pietaje de la película en cuestión si no con pasajes fundamentales de nuestra propia historia.
Eso fué precisamente lo que me sucedió el miércoles pasado al asistir al concierto de Michael Nyman en el Teatro Metropolitan. Escuchar a esos 12 brillantes músicos interpretar piezas de las bandas sonoras de El cocinero, el ladrón, sus esposa y su amante, El contrato del dibujante o El piano no sólo me recordaron cuanto había disfrutado esas películas si no que me hicieron caer en cuenta, una vez más, que el cine es siempre más que filmes que se proyectan y que la buena música es siempre más que notas escritas en una partitura. Si, no sólo reviví secuencias memorables donde dos amantes se entregan entre cacerolas y cabezas de cerdo o un rebaño de ovejas camina en línea recta hacia la lente de la cámara si no que imaginé mil historias más que sólo existen en mi mente y donde el protagonista suelo ser yo.
Si, efectivamente las películas se salen de la pantalla y son más que 24 fotogramas que intentan imitar el movimiento mecánico de una realidad. Si son buenas pueden convertirse en parte de nuestra vida y en un extraordinario pretexto para compartir. Por eso hoy propongo revisar el trabajo de Nyman con Peter Greenaway en cuatro películas fundamentales: El cocinero, el ladrón su esposa y su amante, Una zeta y dos ceros, Prospero´s Books y El contrato del dibujante. De sus bandas sonoras filmadas en Europa sugiero Wonderland y 9 songs de Michael Winterbotton, Carrington de Christoper Hampton, El ogro de Wolker Schlondorf o El marido de la peluquera y Monsieur Hire de Patrice Leconte. Finalmente no podemos dejar fuera de la lista El piano de Jane Campion y Gattaca de Andrew Nicol, dos partituras que hablan de la capacidad de Nyman de hacer trajes a la medida.
Sin embargo, esto no son más que reflexiones y las recomendaciones de la parte visual.Esperemos a ver que nos propone Eva en su esperado track list y discos a revisar.
Buena noche y buen cine.
